sábado, 20 de junio de 2009

Columnas "Última Hora" febrero, marzo, abril y mayo

Cielo santo, no me había dado cuenta de que tuviese tanto trabajo atrasado en el blog... pero bien mirado, desde este punto de vista es una ventaja que en los últimos meses apenas me hayan publicado una columna mensual. En fin, insistimos en lo de la constancia...

-“Eros y pianos”: viernes, 6 de febrero de 2009.

Conocer a todo tipo de personas en todo tipo de situaciones es siempre una gran ventaja debido a las sorpresas que nos depara quien menos lo esperamos: hace unos pocos días charlaba con mi amigo Ramón Juan Garrigós, subdirector de la Banda Municipal de Música de Palma, cuando como quien no quiere la cosa me desveló una anécdota musical completamente desconocida para mí, que he podido confirmar después de una somera investigación y que sin duda se merecía una de estas modestas columnas.
La cosa se refiere a los pianos de cola, instrumento muy apreciado a lo largo de la historia por su melodioso sonido y por cualidades que incluso un malpensado como yo jamás se había planteado... porque resulta que en la época victoriana (es decir, la Inglaterra de casi todo el siglo XIX), las torneadas patas de esos instrumentos tal vez podrían sugerir a los caballeros bienpensantes las sinuosas formas femeninas, y para evitarlo se decidió taparlas con recursos tan sugestivos como una especie de minifaldas mínimas (y valga la redundancia). No puedo imaginarme el efecto estético, ni tampoco lo que a aquellos caballeros (bienpensantes o no) se les podía pasar por la mente viendo a un piano así ataviado... aunque si tenemos en cuenta que durante la época (y mucho antes) era imprescindible que la jovencita que solicitaba matrimonio supiese dominar todos los entresijos de ese instrumento, quizás la asociación de ideas venía más a cuento de lo que a nosotros nos parece hoy a primera vista.
Pero lo que sin duda es una verdadera lástima es que, cuando Ramón me contó esta anécdota, estábamos hablando de la especie de moralidad “políticamente correcta” que vivimos hoy día, y su frase completa fue: “como esto siga así, acabaremos tapando las patas de los pianos de cola, igual que hacían los victorianos hace más de cien años.”

-“Eros y modernisme”: viernes, 13 de marzo de 2009.

Los que habitamos en estas islas nos olvidamos en ocasiones de la grandísima suerte que tenemos al vivir absolutamente inmersos en una de las corrientes artísticas más sensuales y estimulantes que el hombre haya tenido nunca la osadía de crear... y me estoy refiriendo, clara y absolutamente, al Modernisme, estilo que explotó a finales del siglo XIX y salpicó todo lo que pudo la vida cotidiana de un mundo en el que, a pesar de que ya existía la industrialización, todavía no sabía lo que era ni el plástico ni los objetos producidos en serie por máquinas sin alma.
Todo esto daría para un ensayo verdaderamente interesante, pero por ahora, baste mencionar (por si alguien todavía no se ha dado cuenta) que vivir en un lugar en el que el Modernisme creció y floreció, significa estar permanentemente envuelto en formas blandas y acariciantes, entre ornamentos vegetales y rodeado de mujeres de mirada pícara e incitante y sensualmente mucho más vivas que la mayoría de actrices de cine X... Otro de esos regalos que me hizo la vida hace poco fue el de poder asistir a la exposición dedicada a Alphonse Mucha en el Caixafórum de Madrid (y que ahora por fin disfrutamos aquí en Palma), genio que dibujó aquellos inconfundibles carteles de teatro o series litográficas tan especiales como las dedicadas a joyas, flores, o Luna y estrellas, todas ellas personificadas con figuras femeninas. Fue mirando a la Luna, precisamente, donde ese Eros se hizo más carne que nunca, con esa mirada tan lánguida y tan ensoñadora que oculta tantos secretos (y tantos placeres prometidos) tras sus caídos párpados...
Desgraciadamente, a lo largo del tiempo han sido muchos los zoquetes que se han dedicado a destruir (o a no conservar) las elegantes obras modernistas... así que, ahora, disfrutémoslas nosotros, ya que tenemos la oportunidad de hacerlo.

-“Eros y listas (secretas)”: martes, 28 de abril de 2009.

Hace pocos días, en el programa de radio donde participo también en asuntos referidos a Eros, el amigo Xavier Matesanz me lanzó una de esas preguntas que se hacen después de haber ido a ver una película como La Lista (no puedo opinar sin haberla visto, aunque el propio Matesanz nos aclaró que no era nada del otro jueves): de Marcel Langenegger, es por lo visto una historia que habla de lugares secretos en los que se cuecen infinitos libertinajes sazonados con cambios de parejas y otras hierbas, a los que por supuesto accede únicamente la élite más poderosa.
Y la pregunta, por supuesto, era inevitable: ¿existen de verdad lugares así? Es decir, ¿es cierto que en el mundo hay clubs privados en los que se realizan dichas prácticas y a los que sólo se puede acceder mediante un secretismo propio de Eyes Wide Shut (la fabulosa película de Stanley Kubrick)? Y la respuesta, indudablemente, es que sí, por supuesto, y mucho más cerca de lo que nos creemos... aunque como bien me encargué de aclarar, no es oro todo lo que reluce.
Porque desde luego, sí que hay lugares en los que personas adultas que saben lo que están haciendo se reúnen libremente para disfrutar sin prejuicios de varias y variadas formas del Eros, pero este asunto es casi siempre mucho más natural y sencillo de lo que parece desde el exterior... porque lo que en realidad ocurre es que hay muchas personas (e instituciones, y medios de comunicación... y maquinarias de propaganda como el mismo Hollywood) interesadas en mostrar todo eso como simples formas de perdición y pecado, instauradas por pervertidos e inmorales que acabarán asesinando a sus vecinos o por descerebrados insatisfechos que son carne de psiquiatra o de manicomio...
Pero, afortunadamente, no tenemos por qué creernos todo lo que nos cuentan por televisión.

-“Eros y políticas”: jueves, 14 de mayo de 2009.

Curioso, como mínimo, resulta todo este asunto del revuelo organizado con la llegada de Carla Bruni a España (parece ser que con ella también vino su marido) y su encuentro con la princesa Letizia Ortiz (que también parece ser que estaba con su marido), y el tratamiento que de ello han hecho algunos medios de comunicación. Teniendo en cuenta de que de lo que menos se ha hablado ha sido de cuestiones políticas y sí de ciertas partes anatómicas de esas dos damas, se demuestra una vez más que el Eros, digan lo que digan, sigue moviendo montañas...
Bien es verdad que el asunto de la “erótica del poder” ha sido manoseado hasta la saciedad, y que son muchos los que han hecho de ello una bandera y saben bien qué es lo que bastantes ciudadanos desean en realidad (y si no, que se lo pregunten a Berlusconi y a sus candidatas al Parlamento Europeo). Esto debería entonces zanjar una de esas cuestiones primordiales de las que muchos gastan ríos de tinta en intentar aclarar, que es: en líneas generales, la gente se fija más en un cuerpo bonito que no en el interior de la cabeza del mismo, o al menos, a primera vista.
Pero todo este asunto, lejos de contestar preguntas, suscita otras nuevas que casi nadie se ha molestado en tratar. Por ejemplo: ¿atenta contra la dignidad de alguien mostrar una parte de su anatomía que esa persona exhibe voluntariamente (ya sea tapada o sin tapar)? ¿Atenta contra su credibilidad (política, social, o de cualquier otro tipo) que una persona se muestre así en público? Y lo que es más importante: si la respuesta a las dos preguntas anteriores es afirmativa, ¿debemos entonces exigir, igual que en Afganistán, que las mujeres disimulen las formas de su cuerpo por aquello de que atentan contra la moral pública y pueden herir sensibilidades?

-“Robert Mapplethorpe”: miércoles, 20 de mayo de 2009.

Aviso: quedan muy pocos días (concretamente, hasta el día 17 de este mes de mayo) para poder disfrutar de una de esas exposiciones verdaderamente bellas además de valientes (y, por lo tanto, necesarias) que visitan nuestras islas últimamente. Me refiero, claro está, a la muestra antológica dedicada al fotógrafo Robert Mapplethorpe, que se exhibe en el museo de Es Baluard desde el pasado marzo.
Nunca es tarde para repasar (o descubrir) la obra de este artista irreverente, políticamente incorrecto, sexualmente ambiguo (antes de descubrir su homosexualidad tuvo una intensa relación con Patti Smith, de quien se muestran aquí dos fotografías históricas), y ante todo y sobre todo, amante de la belleza. Porque si algo no se le puede discutir a Mapplethorpe es su buen ojo para descubrir lo bello incluso en lo más vulgar, y también en lo más sencillo o inocente... y siempre sin limitarse ni a formas, ni a sexos, ni siquiera a seres vivos (las fotos que les hacía a las estatuas les otorgan a los mármoles una intensa vida).
Y es que aquí, además de poder observar el Eros en instantáneas con modelos tan obvios como Lisa Lyon, Jack Walls, Dennis Speight, o Marty and Veronica (sin duda, las tomas más explícitas de la muestra), Mapplethorpe es capaz de transmitirnos la sensualidad en formas que muchos ni siquiera sospechan, como en sus series de flores (una de las muestras fotográficas más inocentes y al mismo tiempo más provocativas de toda la historia del arte) o incluso en sus retratos a personajes célebres (inolvidable la sonrisa de Louise Bourgeois, irreverente como sólo ella es capaz de serlo). Porque la belleza, sin duda, se esconde en los lugares más insospechados... y Mapplethorpe lo sabía de sobra, y lo mostraba como nadie. Gracias pues a Es Baluard, por mostrárnoslo ahora a nosotros de forma tan completa.

(esta última la modificaron un poquito para hacer cuadrar fechas)

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